
PATMOS [2020]
Sin Título (2018)
120x100 cm • Acrílico sobre hardboard
La inauguración de esta muestra –en el Museo Firma y Odilo Estevez de Rosario– estaba prevista para octubre de 2019, pero se postergó y reprogramó para marzo de 2020. Era una serie de pinturas en las que había incendios, inundaciones, volcanes en erupción, terremotos, tsunamis.
Al revisar mi obra para este libro, comprobé que toda la vida he estado dando vueltas sobre lo mismo, de diferentes modos y con imágenes también diferentes: el bien y el mal, el precipicio siempre allí como un final probable y cercano, pero dejando siempre abierta la posibilidad de que hagamos un mundo mejor. El artista repite sus obsesiones –lo he podido reconocer en Hesse, en Bergman, en Debussy, en Fellini– aunque no se dé cuenta.
En marzo de 2020 la muestra volvió a suspenderse, esta vez por la pandemia del Covid 19 que aún afecta a todo el mundo. Finalmente la exposición se inauguró en diciembre de ese año, con el protocolo sanitario correspondiente, y estuvo habilitada con acceso al público hasta septiembre de 2021.
Debido a las dos postergaciones, su carácter anticipatorio pareció ser entonces testimonial. El texto de presentación estuvo a cargo de Guillermo Fantoni:
Hace varios años, Rubén de la Colina se refirió a Norberto Moretti como un artista «inconcuso»; una palabra poco conocida y de uso infrecuente en el lenguaje coloquial aunque empleada en este caso con un fin exaltador y para aludir a un autor que se presentaba, indudablemente, «firme» y «seguro»; un carácter que el mismo pintor evoca –no sin cierta cuota de humor–, con una frase rotunda: «pinto como escribo, escribo como hablo, hablo como pienso, pienso como camino». Hace mucho tiempo inició la escritura de un cuento que hasta el momento parece destinado a permanecer sin final, quizá porque la conclusión del relato se resuelva, finalmente, en el terreno de la pintura, tal como lo sugeriría, en su caso, las correspondencias entre las palabras y las imágenes y esa suerte de circularidad que exhibe, sin fisuras,
entre la práctica del arte y las ideas que guían la acción. Esta última palabra –acción– es la que parece condensar la forma de crear y pintar eminentemente emocional e incluso gestual, que el artista ha empleado largamente en su recorrido y que muy enfáticamente ha elegido para desarrollar sus series más recientes.
Patmos es el nombre que designa su último conjunto de obras, en alusión a una isla de Grecia en la que un emperador romano confinó a San Juan; el inhóspito y estrecho paraje rocoso donde el Evangelista experimentó las visiones narradas en el libro del Apocalipsis. Incorporadas a las Sagradas Escrituras, los episodios, situaciones y actores de estos dramas religiosos han sido y siguen siendo motivos de constantes interpretaciones del más diverso talante. Entre ellas, versiones más profanas mediante las cuales los artistas señalan la peligrosidad de las guerras, los conflictos políticos de dimensiones planetarias y otros fenómenos similares que han asolado y aún asolan a la humanidad. En esa línea de pensamiento, Norberto Moretti ha realizado a través de sus pinturas una indagación del origen de esos dramas al reparar sobre el gesto primordial de la mano que arroja una piedra.
Como en el espectacular comienzo de la Odisea de Stanley Kubrick – donde un homínido descubre el poder de percusión que da lugar a todas las creaciones pero también a las matanzas de bestias y semejantes–, el pintor ha situado allí el comienzo de una agresión entre los hombres que en la condición contemporánea se ha desplazado, también, brutalmente hacia la naturaleza.
De aquí las numerosas manos resueltas con ocres y amarillos, de aquí las siluetas rojas de brazos levantados, de aquí también las escenas flamígeras y vibrantes que, con colores exaltados, componen un nuevo friso apocalíptico. Sin embargo, más allá del vulcanismo y de las aguas desbordadas, hay paisajes de un «amanecer» que parecen concluir –al menos provisionalmente– el relato que el artista había comenzado con palabras. Se inicia así, como en los mitos inmemoriales, el círculo de las creaciones y destrucciones del mundo; también el del movimiento –«firme» y «seguro»– entre la escritura y la pintura, entre el pensamiento y la acción.
Al revisar mi obra para este libro, comprobé que toda la vida he estado dando vueltas sobre lo mismo, de diferentes modos y con imágenes también diferentes: el bien y el mal, el precipicio siempre allí como un final probable y cercano, pero dejando siempre abierta la posibilidad de que hagamos un mundo mejor. El artista repite sus obsesiones –lo he podido reconocer en Hesse, en Bergman, en Debussy, en Fellini– aunque no se dé cuenta.
En marzo de 2020 la muestra volvió a suspenderse, esta vez por la pandemia del Covid 19 que aún afecta a todo el mundo. Finalmente la exposición se inauguró en diciembre de ese año, con el protocolo sanitario correspondiente, y estuvo habilitada con acceso al público hasta septiembre de 2021.
Debido a las dos postergaciones, su carácter anticipatorio pareció ser entonces testimonial. El texto de presentación estuvo a cargo de Guillermo Fantoni:
Hace varios años, Rubén de la Colina se refirió a Norberto Moretti como un artista «inconcuso»; una palabra poco conocida y de uso infrecuente en el lenguaje coloquial aunque empleada en este caso con un fin exaltador y para aludir a un autor que se presentaba, indudablemente, «firme» y «seguro»; un carácter que el mismo pintor evoca –no sin cierta cuota de humor–, con una frase rotunda: «pinto como escribo, escribo como hablo, hablo como pienso, pienso como camino». Hace mucho tiempo inició la escritura de un cuento que hasta el momento parece destinado a permanecer sin final, quizá porque la conclusión del relato se resuelva, finalmente, en el terreno de la pintura, tal como lo sugeriría, en su caso, las correspondencias entre las palabras y las imágenes y esa suerte de circularidad que exhibe, sin fisuras,
entre la práctica del arte y las ideas que guían la acción. Esta última palabra –acción– es la que parece condensar la forma de crear y pintar eminentemente emocional e incluso gestual, que el artista ha empleado largamente en su recorrido y que muy enfáticamente ha elegido para desarrollar sus series más recientes.
Patmos es el nombre que designa su último conjunto de obras, en alusión a una isla de Grecia en la que un emperador romano confinó a San Juan; el inhóspito y estrecho paraje rocoso donde el Evangelista experimentó las visiones narradas en el libro del Apocalipsis. Incorporadas a las Sagradas Escrituras, los episodios, situaciones y actores de estos dramas religiosos han sido y siguen siendo motivos de constantes interpretaciones del más diverso talante. Entre ellas, versiones más profanas mediante las cuales los artistas señalan la peligrosidad de las guerras, los conflictos políticos de dimensiones planetarias y otros fenómenos similares que han asolado y aún asolan a la humanidad. En esa línea de pensamiento, Norberto Moretti ha realizado a través de sus pinturas una indagación del origen de esos dramas al reparar sobre el gesto primordial de la mano que arroja una piedra.
Como en el espectacular comienzo de la Odisea de Stanley Kubrick – donde un homínido descubre el poder de percusión que da lugar a todas las creaciones pero también a las matanzas de bestias y semejantes–, el pintor ha situado allí el comienzo de una agresión entre los hombres que en la condición contemporánea se ha desplazado, también, brutalmente hacia la naturaleza.
De aquí las numerosas manos resueltas con ocres y amarillos, de aquí las siluetas rojas de brazos levantados, de aquí también las escenas flamígeras y vibrantes que, con colores exaltados, componen un nuevo friso apocalíptico. Sin embargo, más allá del vulcanismo y de las aguas desbordadas, hay paisajes de un «amanecer» que parecen concluir –al menos provisionalmente– el relato que el artista había comenzado con palabras. Se inicia así, como en los mitos inmemoriales, el círculo de las creaciones y destrucciones del mundo; también el del movimiento –«firme» y «seguro»– entre la escritura y la pintura, entre el pensamiento y la acción.
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